lunes, 20 de febrero de 2017

EJERCICIO DE CREATIVIDAD PARA 1º DE ESO

Tomando la idea de una página de nuestro libro de texto (descripción detallada del "animal" llamado BOBONCIO, pág. 102, LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA -Andalucía-, 1 ESO, S/M), cada alumno tenía que inventarse un animal y presentarlo en una lámina. Desde el nombre (el coloquial y el científico) y su apariencia (que sería representada en dibujos), todo debería ser inventado, y tendrían que incorporarse al texto los detalles relativos a su descripción, su hábitat, sus costumbres de alimentación, de caza, de apareamiento, etc.
Presentamos aquí cinco ejemplos de entre los seleccionados por el profesor como los más creativos, y los mejor descritos.
                                       El MONOPANDI (Alba Benítez Vergara, 1º ESO-A)

                                     El MINOPONCIO (Selena Cobacho Díaz, 1º ESO-A)

                                        El CIERGRICOL (Jorge Kachri Vicario, 1º ESO-A)

                                        El LUNATONE (José Antonio Parra Vega, 1º ESO-A)

                                         El CARAJARO (Irene Pacheco Gil, 1º ESO-A)

sábado, 18 de febrero de 2017

PRESENCIA DEL IES SALVADOR RUEDA EN LAS ACTIVIDADES CULTURALES DEL FESTIVAL DE CINE DE MÁLAGA

Ayer, viernes 17 de febrero, el profesor Carlos Pérez asistió con un grupo representativo de alumnos de Bachillerato a la presentación oficial ante los medios informativos de la programación de actividades culturales y educativas del MaF de este año 2017. La participación del IES Salvador Rueda se centra en la idea de Personas-Libro, con origen en la novela de Ray Bradbury "Farenheit 451", llevada al cine luego por el francés François Truffaut. Empezamos a trabajar en este proyecto en diciembre, con motivo del Día de la Lectura en Andalucía; continuará con la presencia de las cámaras del Festival de Cine de Málaga en nuestro centro para grabar un mini-documental el 16 de marzo, y concluirá con nuestra intervención en la jornada de "ExpoEducación" en el Puerto de Málaga, el 5 de mayo. La memorización primero, y luego la declamación y representación de tantos fragmentos de obras principales en la literatura universal (poéticas, narrativas y dramáticas) está permitiendo que los alumnos se acerquen sin miedo a la gran literatura, lo cual hará que todo el trabajo merezca la pena.
Los impulsores de este proyecto en el centro son los profesores Rafael Cledera (en ediciones anteriores), y actualmente José Luis Gutiérrez y Carlos Pérez. Los alumnos que lo sostienen este año cursan la asignatura optativa de "Comentario de Textos" en 2º de Bachillerato.







miércoles, 8 de febrero de 2017

UNA CLASE EN LA CALLE

Mi instituto tiene nombre de poeta, y mi asignatura tiene que ver con el comentario de textos literarios, considerados desde una perspectiva general, universal. A dos pasos, justo detrás de la Comisaría de Policía, está la calle de “Conan Doyle”, un nombre que a muchos de mis alumnos todavía no les dice nada. Si cruzamos a la otra orilla de la autovía pasando el puente que se eleva sobre el tráfico que acaba de abandonar la Avenida de Andalucía, aterrizamos en una calle cuyo rótulo pocos vecinos se han parado a leer: “Don Quijote”.
Los dos grupos (2º Bach-C y 2º Bach-B/D) posan en las calles de Conan Doyle y de Don Quijote.
Las clases tuvieron lugar los días 7 y 8 de febrero de 2016



El creador del mítico personaje del investigador Sherlock Holmes, colaborador de Scotland Yard –la policía de Londres– está en la misma vecindad que el inmortal personaje creado por el primer embajador de nuestras Letras Españolas. La tentación es demasiado grande para mí, y corro a por un bolígrafo y algunos folios, pero aún no sé si quiero fundamentar una actividad extraescolar o, sencillamente, escribir un artículo. El profesor y el escritor que conviven en mí empiezan a darse codazos. Tampoco sé si el ingenioso hidalgo y el astuto detective empezarán a mantener algunos encuentros, o si serán más bien encontronazos.

Empecemos por los paralelismos. Si la pretensión del hidalgo es “desfacer entuertos”, la obsesión del detective es resolver casos. El primero siempre quiere restablecer los valores de la justicia, y el segundo intenta siempre recuperar las luces de la verdad. Dos imperfectos caballeros, como puede apreciarse: don Quijote emulando torpemente la usanza de la antigua caballería andante, y Sherlock Holmes apartándose con sus costumbres excéntricas, lejos de la pulcritud y el buen orden, del pretendido comportamiento mesurado y correcto en los modales y en el trato. Un desdoble con muchas objeciones, pues, del único término castellano de “caballero” en las dos posibles acepciones del inglés: ‘knight’, con sus implicaciones guerreras, frente a ‘gentleman’, con sus implicaciones sociales.

Ambos personajes disponen de un contrapunto necesario en las figuras complementarias del escudero Sancho y del doctor Watson, en quienes se presupone un intelecto menos poderoso, pero cuya presencia es vital para asegurar la eficacia del dualismo narrativo ideado por Miguel de Cervantes a caballo entre los siglos XVI y XVII, y luego por Arthur Conan Doyle en el tránsito del siglo XIX al XX. La sensatez de Sancho equilibra con sus dosis de realismo primario los disparates que su señor acomete una y otra vez, y de este modo, según se suceden sus andanzas, sobre todo a partir del tomo II, don Quijote alcanza la fama y termina en los libros para el conocimiento popular, y los inevitables episodios de escarnio y burlas desembocarán, pese a todo, en la admiración y el afecto de las gentes. Del mismo modo, el papel del doctor Watson como mano derecha de Holmes, y su labor de narrador y cronista, permiten encumbrar al detective a la fama, bien ganada, de reputado investigador, capaz de resolver los casos más difíciles gracias a sus brillantes razonamientos lógico-deductivos y su facilidad para sacar grandes conclusiones a partir de las observaciones más pequeñas.

Pero si los arquetipos del escudero fiel y del asistente leal pueden llegar a confundirse, los personajes centrales de Alonso Quijano y Sherlock Holmes comparten luces y sombras con indicios que cualquier análisis literario hace posible rastrear: si don Quijote es capaz de mostrarse mal hablado y violento en algunos pasajes, Holmes saca a pasear un ego que en ocasiones raya en la arrogancia. Ambos son en realidad unos solitarios, están mal dotados para una vida social normal, sin choques ni fricciones. Al contrario que Sancho Panza o el doctor John H. Watson (ambos casados), ninguno de ellos mantiene relaciones carnales con mujeres, por mucho que idealicen a alguna de ellas (como en el caso de la aldeana Aldonza Lorenzo transfigurada en Dulcinea del Toboso), o etiqueten a alguna otra como el prototipo más deseable (como en el caso de la actriz y cantante Irene Adler, sin duda el personaje femenino más destacado de toda la serie de novelas y relatos, que a los ojos de Holmes eclipsaba a cualquier otra mujer).

Sin embargo, en don Quijote la fuerza del idealismo le lleva a perder la cabeza, y en Holmes la lógica de las ideas le lleva a saber cómo usarla. Esta diferencia es fundamental porque lleva al lector por caminos aparentemente contrarios: el primero ve lo que no es material (porque responde tan solo a sus propias alucinaciones), mientras el segundo materializa lo que nadie ve (porque lo deja bien patente, poniéndolo de manifiesto). Es decir, el hidalgo, movido por un sentido trasnochado del honor, se enfrenta a mundos luminosos pero fantásticos e irreales, y el investigador, movido por su ambición de esclarecer la verdad, se enfrenta a los dobleces de la realidad más prosaica y oscura. Uno, combatiendo a los supuestos malhechores, y el otro persiguiendo a los presuntos delincuentes. Sin láseres, poderes arácnidos, artefactos tecnológicos o armas de última generación; solo con la fuerza de su brazo o la de su cerebro.




Los alumnos tomaron posiciones en el Parque Infantil frente a la calle de Don Quijote para leer este artículo. Después tuvo lugar una puesta en común antes de volver al instituto, que consistió en un comentario colectivo del texto, repasándose los mismos elementos que se trabajan en el aula.


El cielo se encapota un poco, y el frío aprieta. Además, se acerca la hora de la siguiente clase y hay que volver al instituto. En el camino de regreso, tendré que insistir a mis alumnos en el carácter simbólico de las parejas Quijote-Sancho para la cultura española, y Holmes-Watson para la cultura británica. Dos iconos universales que trascienden la mera condición de parejas dramáticas (como, qué sé yo, Batman y Robin, pongo por ejemplo, que hacen vibrar a mis sobrinos) o cómicas (como Stan Laurel y Oliver Hardy, los entrañables gordo y flaco que hacían reír a mi padre). Van mucho más allá porque en innumerables escenas o episodios mantienen jugosos diálogos que son un compendio en miniatura de los entresijos de la naturaleza humana, y porque con toda naturalidad hacen demostración constante de los poderes mágicos de la literatura, que permiten que un texto determinado –y la significación que encierra–  viaje triunfante a lo largo del espacio y el tiempo.

No es de extrañar que yo descubriera recientemente a don Quijote y Sancho en un hermoso grupo escultórico en una céntrica plaza de Bruselas. Cualquier ciudadano del mundo con cierto bagaje cultural sabría reconocer las dimensiones y los valores que proyectan el enjuto larguirucho con su lanza y su yelmo improvisado sobre Rocinante, y su rechoncho acompañante a lomos de Rucio. Tampoco debe llamar a sorpresa el hecho de que el gobierno británico en su momento financiara la escultura que representa al célebre detective y su abnegado ayudante, y dispusiera su colocación junto a su Embajada en Moscú. Esa es la mejor prueba del carácter universal de esa pareja icónica para la cultura anglosajona, y de paso, refuerza el tratamiento honorífico de “Sir” para su creador literario.


Estatuas de don Quijote y Sancho en Bruselas, y de Sherlock Holmes y Watson en Moscú.

Sobre la autovía, volveremos a cruzar el puente que hoy ha unido más que nunca las evocaciones literarias de cuatro de las figuras que cuentan con más variaciones artísticas en adaptaciones al cine, cómics, reediciones ilustradas o, como hemos visto, esculturas repartidas por todo el mundo. Este paseo didáctico de hoy, tan peculiar, proporciona encarnadura para el símil de ese puente sobre los carriles de la autovía, un puente que esta vez sobrevuela los siglos de nuestra historia, y no ha buscado unir dos calles, sino dos épocas, dos géneros, dos estilos diferentes, dos parejas de aventureros que acaban renovando sus perfiles con sus nombres cambiados y entreverados, conformando una pareja imposible, que en este artículo hace su presentación en sociedad.
Señoras y señores:
Con todos ustedes los auténticos, los inimitables…
¡Alonso Holmes y Sancho Watson!.









                           Carlos Pérez Torres, 26 y 27 de enero de 2017.